sábado, 19 de mayo de 2012

Quinta práctica. Análisis de la (des)cortesía verbal en un discurso político

1.                Introducción (V. M. Bárcena)

Según la lingüística “se entiende por cortesía el conjunto de estrategias conversacionales destinadas a evitar o mitigar las tensiones que aparecen cuando el hablante se enfrenta a un conflicto creado entre sus objetivos y los del destinatario”.

En contrapartida con las máximas de Grice, donde lo prioridad radicaba en la transmisión segura de información, en este caso, lo que se intenta es mantener las buenas relaciones  entre los interlocutores. Teniendo en cuenta que mantienen objetivos diferentes, supondremos que, además, también cambiarán sus máximas y principios.

R. Lakoff fue el primero en establecer unas normas de cortesía, en 1973. Eran dos: a)sea claro y b)sea cortés. La primera de ellas, englobaba la visión de Grice, mientras que la segunda ampliaba los factores relevantes dentro de la comunicación. Dentro de esta última, añadía una serie de submáximas para comprender mejor la labor de la cortesía dentro del proceso comunicativo. Así, los mandamientos que exigía Lakoff dentro de la máxima de la cortesía indicaban al interlocutor que no debía imponerse, independientemente de las diferencias sociales entre los hablantes; había de proporcionar opciones, para hacer sentir cómodo a su interlocutor en caso de falta de apoyo del contexto; y que reforzase los lazos de camaradería, ahondando así en la imagen positiva de los demás.

Desde otro punto de vista, tenemos a G. Leech (1983), que siguió la directriz marcada por Grice para exponer la importancia de la cortesía, dentro del marco de las máximas  griceanas. “Según Leech, la cortesía lingüística es un principio regulador de la conducta verbal que se sitúa a medio camino entre la distancia social y la intención del emisor; persigue el equilibrio social entre los interlocutores, a pesar de que la intención comunicativa del emisor suponga una molestia para el destinatario.” En otras palabras, los objetivos que marcaba Leech se centraban en mantener el equilibrio, ya fuera tratando de reestablecerlo en caso de pérdida o mejorando la relación entre los interlocutores a partir de él. A partir de aquí, Leech establece un cuadro el que se presentan, relacionados de manera inversamente proporcional, el coste que supone para el interlocutor determinada acción y la cortesía que le es trasmitida en relación con el beneficio que saque de ello. Es decir, cuánto mayor sea el coste del destinatario, menor será su beneficio obtenido, y menor será la cortesía que le haya dedicado su interlocutor.

Imaginemos que alguien nos invita a tomar una cerveza. Nosotros, encantados. El coste que nos supone es mínimo, al contrario que el grado del beneficio, por lo tanto, la cortesía con la que se establece la comunicación es alta, ya que, además, cumple las tres submáximas de Lakoff, pues nos invita y deja la posibilidad de que aceptemos o no, nos abre opciones, si queremos o no, o si tomaremos otra cosa, y refuerza los lazos de camaradería existentes con esa persona, o trata de establecerlos en casa de ausencia. Si, en cambio, estamos en una reunión de alcohólicos anónimos, el coste es enorme, y nuestro beneficio nulo, lo que deja al interlocutor en una situación de enorme descortesía para con los demás.

De acuerdo con esto, Leech establece las intenciones comunicativas según varias categorías generales.

1)       Acciones verbales que apoyan la cortesía,  como un cumplido, un agradecimiento o una felicitación

2)       Acciones prácticamente indiferentes a la cortesía.

3)       Acciones que entran en conflicto con la cortesía, como una petición o una queja.

4)       Acciones dirigidas frontalmente contra el mantenimiento de la  relación entre los interlocutores, por ejemplo, un reproche, un insulto o una burla.

Además, también establece una serie de máximas, con sus objetivos correspondientes con respecto a nuestro interlocutor:

1)       Máxima de tacto, que minimiza el coste y maximiza el beneficio.

2)       Máxima de generosidad, que minimiza tu propio beneficio y maximiza el beneficio del interlocutor.

3)       Máxima de aprobación, que minimiza las criticas hacia el otro y maximiza las alabanzas

4)       Máxima de acuerdo, que minimiza el desacuerdo con el otro y maximiza el acuerdo

5)       Máxima de simpatía, que minimiza la antipatía y maximiza la simpatía.

Por otro lado, también tenemos la teoría de P. Brown y S. Levinson (1987), cuyo modelo trataba de “completar el de Grice con la consideración de la faceta interpersonal”, partiendo de las teorías de Goffman, quien habló de la “imagen pública” o face.

Según estos autores, al proceso comunicativo que describía Grice con sus máximas, hemos de añadirle la preocupación humana para racionalizar y, así, poder definir con precisión conceptos que serán relevantes a la hora de cumplir con la máxima de calidad proporcionando un apoyo en el principio de cooperación. Además, también está el hecho de que a los seres humanos nos guste mantener cierta imagen sobre nosotros, herencia biológica del reino animal.

“Brown y Levinson consideran que toda persona  tiene una imagen positiva (la necesidad de ser apreciado) y una imagen negativa (la necesidad de no  ser molestado). “ Según estos autores, la imagen es importante porque es “la proyección social que hacemos de nosotros mismo y que ponemos en juego en las interacciones verbales”. Hay que señalar, a raíz de eso, que muchas veces, sin proponerlo, nos encontramos ante discursos “difíciles” en los que es fácil caer en la descortesía, y tenemos que recurrir a estrategias comunicativas, que analizaremos más adelante, para recuperar y mantener ese equilibrio del que hablaba Leech.

Sin embargo, y a partir de los trabajos de Ardilla sobre la Confianza y norma social en la cortesía lingüística, en la que compara el campo de la cortesía, en concreto de la confianza, de España en comparación con la de las tierras británicas y las escandinavas, podemos ahondar más en este concepto de “imagen” o “face”:

[Face is] The positive social value a person effectively claims for himself by the line others assume he has taken during a particular contact. Face is an image of self  -delineated in terms of approved social tributes –albeit an image that others may share, as when a person makes a good showing for his profession or religion my making a good showing for himself.

Según Brown y Levison, face es “something that is emotionally invested, and that can be lost, maintained or enhanced, and must be constanly attended to in interaction”.

Es una imagen que depende de la sociedad, de lo que los demás ven de nosotros a través de ella. No es la imagen que nosotros queremos proyectar, sino la que se percibe. Gracias a este trabajo, sabemos que en español, hay una pareja de conceptos que describe ajustadamente esa diferencia: honor y honra. Según Ardilla, el honor se posee de facto mientras que la honra se adquiere de lure, al  ser ésta la imagen que la sociedad quiere tener del individuo. Es a ella a la que atacan o de la que son indiferentes: la honra española es el face inglés.

Es importante señalar, en el tema de las estrategias o fórmulas corteses que sirven para tratar con el equilibrio de un proceso comunicativo, la ausencia que detectó Bravo dentro del marco socio pragmático español, en el que la confianza promueve la desaparición de estas fórmulas en virtud de un camaradería que han ido criticando autores renombres como

Según Hernández Florez, describe la confianza en cuestión de cuatro premisas

1)       tener la confianza del interlocutor significa disfrutar de una relación cercana y afectiva con él

2)       valerse de la confianza implica hablar con franqueza y sin reservas

3)       ser una persona de confianza exige ser percibido por el interlocutor como un amigo, casi como un familiar

4)       actuar asistido por la  confianza permite expresarse libremente, sin temor a ofender al interlocutor y a sabiendas de que nuestros actos serán interpretados con naturalidad.

Nos ha parecido reseñable, señalar este concepto a raíz de lo que vamos a exponer a  continuación, que es la importancia del contexto, ya que, como acabamos de ver, en contextos donde la cortesía se rige por una gran influencia de la confianza, es más que probable que las fórmulas y estrategias comunicativas cuyo objetivo es el equilibrio cortés entre los interlocutores no sólo no sean los mismos, sino que, además, funcionen de manera dispar.

El contexto es uno de los tres elementos básicos del acto comunicativo, que será cortés o descortés (el acto) en función de varios factores, como lo son los elementos lingüísticos utilizados, el cotexto, el tipo de discurso y el contexto social. Los dos primeros se estudian dentro del ámbito lingüístico, mientras que los dos últimos pertenecen más al sociocultural.

En el primer caso, tenemos que tanto para que el emisor como el receptor cuiden su propia imagen, y traten bien la de su interlocutor, necesitan de medios lingüísticos con los que no faltar a la cortesía. Estos medios son la atenuación, la enfatización e intensificadores, las fórmulas indirectas y las formas de tratamiento.

Volviendo al caso de la cerveza que hemos expuesto momentos antes, vamos a tratar de aplicar los medios lingüísticos que acabamos de citar a nuestro caso.

A1: Otro día te invito yo

A2: Te debo una, gracias.

A3: Vaya, si lo llego a saber, traía más dinero.

A4: Venga, hoy invitas tú.

En el caso A1, al prometer que vamos a hacer lo mismo en otra ocasión, nuestro interlocutor no se siente violento y tiene la sensación de que, está invirtiendo en una situación en que el coste le resultará devuelto en cierto beneficio. En el segundo caso, por ejemplo, nuestro interlocutor es consciente de que le debemos algo, pero recordarle eso a alguien no suele resultar muy políticamente correcto, por lo que es mejor, siempre, que el que debe algo deje constancia de que lo sabe y es así, equiparando al mismo nivel a los dos interlocutores. En el tercero, con esta indirecta, dejamos patente que “de haberlo sabido, hubiéramos pagado nosotros nuestra cerveza”, pero que como no lo sabíamos... Dejamos caer la posibilidad de que el otro nos invite o que no lo haga, sin imponerle nada. Y en el último caso, sólo podemos comprender que este diálogo se haga dentro del marco de la cortesía si la forma de tratamiento “tú” se hace entre colegas o amigos.

El tratamiento de “tú” y “usted” del español es, sin duda, uno de los temas más extensos que abordar en cuanto a las formas de tratamiento que han ido cambiando con el paso del tiempo, y el ejemplo más claro a la hora de ver la importancia de los contextos. Así, sabemos que dos personas que se tratan de tú en el 2012 no han de ser tan cercanas como podrían ser las de dos personas del siglo XIX.

 “Todo esto lo advirtió hace varias décadas Dámaso Alonso, quien opinaba que el uso excesivo del tú (en lugar del usted), por mor de lo que después se ha denominado confianza, ha derivado en una suerte de afasia semántica, donde el tuteo ha perdido su valor anterior de verdadera confianza: “¡Qué saber era el usted, qué sincero, cuántos matices permitía! La amistad, el tú, se ganaban, se construían lentamente. El tú era entonces un verdadero tú” (1962. 266), lamentaba Alonso”

Además de estos medios lingüísticos, también hemos de señalar las estrategias de cortesía, tanto de manera ritual como estratégica, valga la redundancia.

a)       Cortesía ritual:

·         Saludos, despedidas y presentaciones

·         Cumplidos, elogios y piropos

·         Relaciones sociales afectivas

b)       Cortesía estratégica

·         Pedir información, preguntar

·         Dar información, responder

·         Expresión de la opinión y la valoración

·         La invasión del campo del otro, ya sea con peticiones, mandatos, consejos o interrumpiendo.

Es necesario, como último apunte, señalar que si bien hay ciertas normas no escritas (aunque también es cierto que existen manuales de tratamiento, como lo que una compañía da a sus empleados, o los libros que se editaban antiguamente sobre las buenas maneras y la actitud en sociedad), existe el hecho de que cuando nos sobrepasamos en cortesía, rozamos la descortesía. Para iluminar este hecho, volvemos al trabajo de Ardilla, pues la relación entre cortesía-descortesía, se da también en la dicotomía entre confianza y desconfianza, y en este caso señalaba el estudioso la condena que el autor Pérez Reverte daba a la confianza en un artículo del 2003, denominando a la confianza de Hernández Flores, naturalidad: “Lo malo es cuando todo se vuelve tan natural y público que perdemos la vergüenza. [...] En un país donde el dinero negro se mueve con naturalidad impúdica, desde la princesa altiva a la pesca en ruin barca, desde el fontanero que pregunta si lo quieres con o sin factura hasta el que te vende el coche y la casa, ocho de cada diez fulanos apuntan una sugerencia más o menos explícita. [...] Y eso fue lo que más me fastidió: el compadreo.” Y es que, en determinados contextos, sobre todo aquellos no informales, donde, aunque haya una confianza que no sea la misma que con la que trabaja Ardilla (proviene del término sociopragmático forjado por Bravo para denominar a la confianza dentro del ámbito español, y que Ardilla considera que su aplicación “al estudio de la cortesía del español peninsular resulta improcedente dada la realidad social española, según ha sido comentada por intelectuales y filósofos”), los medios lingüísticos para tratar con nuestros interlocutores no pueden ser tratados con el mismo rasero porque no son los únicos factores que intervienen a la hora de determinar si un diálogo está cumpliendo las leyes de la cortesía o no.

En virtud de lo que hemos explicado arriba, vamos a analizar a continuación un discurso para poner en relieve la cortesía que se trata en él. Para ello, es necesario explicar un poco, de manera general, el contexto en el que se proclama este discurso.

El 7 de mayo de 2012, las elecciones de Francia daban como presidente al socialista François Hollande frente a SarKozy. Hacía 31 años que no llegaba al poder un socialista, y éste es sólo el segundo en la historia de la V República. Analizaremos, pues, este discurso, con el que Sarkozy se despedía de la presidencia, agradecía el apoyo de los suyos, y pedía respeto para Hollande, a pesar de que ya había hablado antes sobre qué le parecía su victoria: “Un incompetente al frente del Gobierno. Es el fin de Francia. Me veo como España”.

Sin embargo, en ámbitos políticos, en plena Era de la Información, es necesario que un político sepa cómo “quedar bien” de cara  a los demás, ya que representa una institución y una idea, más allá de la suya propia. Como ya lo hizo el rey Juan Carlos cuando se le descubrió, hace poco, cazando un elefante cuando hacía poco había declarado que le quitaba el sueño el alto número de paro de la juventud española, una persona pública tiene que ser lo suficientemente inteligente, o estar bien aconsejado, para ser capaz de mantener el equilibrio social entre su público y ella apostando por unas estrategias comunicativas, entre ellas la cortesía.




2. Desarrollo de la práctica

Como ya hemos indicado, para esta práctica hemos escogido el discurso que pronunció Nicolas Sarkozy (06/05/2012) tras reconocer su derrota en las pasadas elecciones. Antes de empezar a analizar el uso de la cortesía en él, queremos comentar que este parlamento estuvo dirigido a los seguidores de su partido, quienes le interrumpían constantemente con alabanzas hacia él o bien abucheaban cada vez que pedía respeto para el nuevo presidente. Estos elementos, aunque no nos detengamos a comentarlos más adelante, también forman parte de la cortesía en su discurso, puesto que gracias a ellos Sarkozy consiguió dar una imagen positiva de sí mismo, al mostrarse respetuoso con su oponente a pesar de que eso supusiera ser criticado por sus seguidores.

A continuación presentamos el vídeo del discurso y el texto completo, en su versión original y en español, trascrito y traducido por Marion Dubarry.






Discours Nicolas Sarkozy (6 Mai 2012)

Le peuple Français a fait son choix. Je vous demande d’écouter ce que j’ai à vous dire, j’y ai beaucoup réfléchi, et nous parlons de la France. La France a un nouveau président de la République : c’est un choix démocratique et républicain. François Hollande est le président de la France et doit être respecté, j’ai beaucoup souffert que l’institution que je représentais n’ai pas été respectée, ne donnons le mauvais exemple. Nous aimons la France. Je ne serais jamais comme ceux qui m’ont combattu : nous aimons notre pays. Je viens de l’avoir au téléphone, et je veux lui souhaiter bonne chance au milieu des épreuves. Ça sera difficile, mais je souhaite de tout cœur que la France, qui est notre pays, qui nous rassemble, réussisse à traverser les épreuves, car il y a quelque chose de beaucoup plus grand que nous : c’est notre Pays, c’est notre Patrie, c’est la France. Nous devons ce soir penser exclusivement à la grandeur de la France et au bonheur des français, c’est notre mission, c’est notre rôle, c’est notre idéal. Je veux remercier tous les français pour l’honneur qu’ils m’ont fait de m’avoir choisi pour présider notre pays pendant 5 ans. Jamais je n’oublierai cet honneur et dans la vie d’un homme – c’est à moi de dire merci – présider aux destinées de la France, c’est quelque chose que je ne pourrais jamais oublier, c’est un honneur immense.  J’ai consacré toute mon énergie, de la 1° à la dernière seconde, j’ai essayé de faire de mon mieux pour protéger les français des crises sans précédents qui pendant ces 5 années ont ébranlées le monde, et pour que la France en sorte plus forte. J’en ressors mes chers compatriotes avec un amour de la France plus grand encore, avec un attachement pour le peuple français plus fort encore. J’en ressors avec plus d’admiration encore pour ce que les français sont capables d’accomplir dans les situations les plus difficiles.

Je veux remercier les millions de français qui ont voté pour moi. J’ai tout fait pour faire gagner les idées qui nous rassemblent. Je n’ai pas ménagé ma peine, je me suis engagé totalement, pleinement. Mais je n’ai pas réussi à convaincre une majorité de français. Vous m’avez aidé de manière extraordinaire. Vous m’avez soutenu, ensemble nous avons fait une campagne inoubliable contre toutes les forces, et Dieu sait qu’elles étaient nombreuses coalisées contre nous. Mais je n’ai pas réussi à faire gagner les valeurs que j’ai défendues avec vous et auxquelles je suis profondément attaché. Je porte toute la responsabilité de cette défaite, je vais vous dire pourquoi : je me suis battu sur la valeur de responsabilité, et je ne suis pas un homme qui n’assume pas ses responsabilités. Je suis le président, j’étais le chef, et quand il y a une défaite, c’est le n°1 qui en porte la 1° responsabilité. Il me faut en tirer toutes les conséquences. Je vous demande de m’écouter parce que rien de ce que j’ai dit dans cette campagne n’était factice, quand j’ai parlé de vous, quand j’ai parlé de la France, et quand à de très brèves occasions j’ai parlé de moi. Je vais vous dire des choses du fond de mon cœur, je veux que vous puissiez y réfléchir et comprendre que quand on défend des valeurs, la seule façon d’être crédible c’est de les vivre. Et je le dis notamment aux plus jeunes qui sont ici. Il y a trop de discours avec des mots qui sont prononcés et qui ne veulent rien dire, parce que ceux qui les prononcent vivent le contraire de ce qu’ils disent. Laissez-moi cette liberté, vraiment, de vivre en accord avec ce que je pense. Et laissez-moi cette preuve d’amour pour la France, jusqu’au bout, de lui dire ma part de vérité.

Une autre époque s’ouvre, dans cette nouvelle époque je resterai l’un des votre. Je partage vos idées, je partage vos convictions, votre idéal c’est l’idéal de toute ma vie, et vous pourrez compter sur moi pour les défendre ses idées et ses convictions, mais ma place ne pourra plus être la même. Après 35 ans de mandats politiques, après 10 ans, -ça fait 10 ans- que chaque seconde je vis pour les responsabilités gouvernementales au plus haut niveau, depuis 10 ans. Après 5 ans à la tête de l’Etat, mon engagement dans la vie de mon pays sera désormais différent, mais les épreuves, les joies et les peines ont tissés entre nous des liens que le temps ne distendra jamais. Et au moment où je m’apprête à redevenir un français parmi les français, plus que jamais j’ai l’amour de notre pays inscrit au plus profond de mon cœur, et je vais vous dire une chose, que je vous demande de retenir et de bien comprendre, jamais mes chers compatriotes, je ne pourrais vous rendre tout ce que vous m’avez donné, vous m’avez tellement donné … Pensez à la France, pensez aux français, pensez à son unité, et je vais vous dire une chose du fond de mon cœur : j’ai été bouleversé par ses foules, par ses réunions, par tous ces français qui étaient à mes côtés, je veux vraiment vous dire que vous ne pouviez pas me faire un plus beau cadeau, que vous ne pouviez pas donner une plus belle image de la France. Alors ce soir donnons la meilleure image de la France, d’une France rayonnante, d’une France qui n’a pas la haine au cœur, d’une France démocratique, d’une France joyeuse, d’une France qui ne baisse pas la tête, d’une France ouverte, d’une France qui ne regarde pas l’autre comme un adversaire ni comme un ennemi, d’une France qui a su gagner avec moi en 2007, et qui saura en 2012 reconnaitre la défaite, d’une France qui sait que la vie est faite de succès et d’échecs, et qui sait qu’on est grand dans l’échec. Soyons dignes, soyons patriotes, soyons français, soyons exactement le contraire, le contraire de l’image que certains auraient voulu donner dans un cas inverse. Vous êtes la France éternelle, je vous aime, merci, merci à vous.



Discurso de Nicolas Sarkozy (6 de Mayo de 2012)


El pueblo francés ha elegido. Os pido escuchar lo que quiero deciros, lo he reflexionado mucho, y hablamos de Francia. Francia tiene un nuevo presidente: es una elección democrática y republicana. François Hollande es el presidente de Francia y debe de ser respetado, he sufrido mucho por el hecho de que la institución que representaba yo no fuese respetada, no debemos mostrar mal ejemplo. Queremos a Francia. Jamás seré como los que me combatieron: queremos a nuestro país. Le he llamado justo, y quiero desearle buena suerte en medio de las dificultades. Va a ser difícil, pero deseo con todo mi corazón que Francia, que es nuestro país, que nos reúne, consiga superar las obstáculos, porque hay algo más grande que nosotros: es nuestro País, es nuestra Patria, es Francia. Debemos esta noche pensar exclusivamente en la grandeza de Francia y en la felicidad de los franceses, es nuestra misión, es nuestro papel, es nuestro ideal. Quiero agradecer a todos los franceses el honor que me han hecho de haberme elegido para presidir nuestro país durante 5 años. Jamás olvidaré ese honor y durante la vida de un hombre – soy yo que tiene que agradecer – presidir los destinos de Francia, es una cosa que jamás podré olvidar, es un honor inmenso. He consagrado toda mi energía, del primer al último segundo, he intentado hacer lo mejor para proteger a los franceses de las crisis sin precedentes que durante esos 5 años han agitado el mundo, y para que Francia salga más fuerte. Salgo de eso, mis queridos compatriotas, con un amor a Francia más grande todavía, con un afecto para el pueblo francés más grande todavía. Salgo con más admiración todavía por lo que los franceses son capaces de cumplir en las situaciones difíciles.

Quiero agradecer a los millones de franceses que me votaron. Lo he hecho todo para hacer ganar a las ideas que nos reúnen. No me he economizado, me he comprometido totalmente, plenamente. Pero no he conseguido convencer a una mayoría de franceses. Me habéis ayudado de una manera extraordinaria. Me habéis sostenido, juntos hemos hecho una campaña inolvidable contra todas las fuerzas, y Dios sabe si fueron numerosas al juntarse contra nosotros. Pero no he conseguido hacer ganar a los valores que he defendido con vosotros y a los que estoy atado profundamente. Tengo toda responsabilidad en esa derrota, quiero deciros, porque he combatido por el valor de la responsabilidad, y no soy un hombre que no asuma sus responsabilidades. Soy el presidente, fui el jefe, y cuando hay una derrota, es el primero que tiene la primera responsabilidad. Tengo que asumir las consecuencias. Os pido escucharme porque nada de lo que he dicho durante esa campaña fue falso, cuando he hablado de vosotros, cuando he hablado de Francia, cuando en breves ocasiones he hablado de mí. Voy a deciros cosas que vienen del fondo de mi corazón, quiero que podáis reflexionarlo y entender que cuando se defienden valores, la única manera de ser creíble es vivirlos. Y lo digo en particular para los más jóvenes que están aquí. Hay demasiados discursos con palabras que están pronunciadas y que no suelen decir nada, porque los que las pronuncian viven lo contrario de lo que dicen. Dejadme esa libertad, de verdad, de vivir en acuerdo con lo que pienso. Y dejadme esa prueba de amor por Francia, hasta al final, de decirle mi parte de verdad.

Otra época se abre, en esa nueva época me quedaré con vosotros. Comparto vuestras ideas, comparto vuestras convicciones, vuestro ideal es el ideal de toda mi vida, y podréis contar conmigo para defender esas ideas y esas convicciones, pero mi lugar no podrá ser el mismo. Después de 35 años de mandatos políticos, después de 10 años – hace ya 10 años – en que vivo cada segundo por las responsabilidades gubernamentales al nivel máximo, hace 10 años. Después de 5 años a la cabeza del Estado, mi compromiso por la vida de mi país será a partir de ahora diferente, pero las pruebas, las alegrías y las penas han tejido entre nosotros lazos que el tiempo no distenderá más. Y en este momento en que me preparo a volverme un francés como otro, más que nunca tengo el amor de nuestro país inscrito en lo más profundo de mi corazón, y voy a deciros una cosa, que os pido retener y entender bien: jamás, mis queridos compatriotas, podré devolveros todo lo que me habéis dado, me habéis dado tanto… Pensáis en Francia, pensáis en los franceses, pensáis en su unidad, y voy a deciros una cosa que viene del fondo de mi corazón: fui emocionado por esas multitudes, por esas reuniones, por todos esos franceses que fueron a mis lados, quiero deciros de verdad que no podríais hacerme un regalo más hermoso, que no podríais mostrar una imagen de Francia mas bella. Entonces esta noche damos la mejor imagen de Francia, de una Francia radiante, de una Francia que no tiene el odio en el corazón, de une Francia democrática, de una Francia alegre, de una Francia que no baja la cabeza, de una Francia abierta, de una Francia que no mira al otro como un adversario ni como un enemigo, de una Francia que ha sabido ganar conmigo en 2007, y que va a saber en 2012 reconocer la derrota, de una Francia que sabe que la vida está hecha de victorias y de fracasos, y que sabe que somos grandes en el fracaso. Debemos ser dignos, debemos ser patriotas, debemos ser franceses, debemos ser exactamente el contrario, el contrario de la imagen que algunos habrían querido dar en un caso contrario. Sois la Francia eternal, os quiero, gracias, gracias a vosotros.


a)                Primera parte (L. G. de la Fuente)

El pueblo francés ha elegido. Os pido escuchar lo que quiero deciros, lo he reflexionado mucho, y hablamos de Francia. […]

Sarkozy comienza este discurso con un elemento que en principio se consideraría invasivo en el territorio de los receptores: una petición directa y abierta, que causa un coste para los destinatarios y un beneficio para sí mismo. Sin embargo, en la modalidad contextual en que nos encontramos (un discurso político) no es descortés, sino que esta petición le sirve para reforzar la cortesía positiva. Dado que el emisor acaba de dejar su cargo de Presidente de Francia, es evidente que ocupa un rango social superior a quienes le escuchan, y, por tanto, no le haría falta pedir su atención, sino que bastaría con que simplemente hablara para que los receptores sintieran la obligación de escucharle. Por esta razón, al hacer esta petición se está rebajando, dirigiéndose a sus oyentes no como un superior a quien es obvio que hay que prestar atención, sino como un igual que tiene algo que decir y no quiere ser ignorado (cumpliendo con la máxima de modestia de Leech).

En segundo lugar, al decir ‘lo he reflexionado mucho’ cumple con otra de las máximas propuestas por Leech, y es la de de tacto: maximiza su propio coste en la elaboración del mensaje que quiere dar. Por otra parte, los receptores infieren, gracias a los efectos contextuales que rodean el acto comunicativo, que ese esfuerzo del emisor tiene como finalidad un beneficio para los oyentes, al menos para los interesados en política.


[…]  Francia tiene un nuevo presidente: es una elección democrática y republicana. François Hollande es el presidente de Francia y debe de ser respetado […]


El principal elemento de cortesía aquí es la petición de respeto a su rival político. Al afirmar que debe ser respetado, cumple con todas las máximas de Leech: es modesto, muestra su acuerdo con la decisión de los votantes, finge una simpatía y una aprobación hacia su oponente y da una imagen de generosidad y tacto que agrada a los receptores.



[…]  he sufrido mucho por el hecho de que la institución que representaba yo no fuese respetada […]


Mediante la explicitación de su sufrimiento, Sarkozy pretende causar una compasión en sus oyentes, humanizándose y pudiéndose identificar con un ciudadano como cualquier otro. También es una estrategia de cortesía la reivindicación del motivo de su sufrimiento, puesto que no se enfrenta a sus adversarios diciendo: “Han sido unos irrespetuosos conmigo”, sino que pone por medio a la institución que representaba, de forma que dé la sensación de que no le preocupa tanto lavar su imagen personal sino la imagen de dicha institución, lo que le hace quedar nuevamente como un político generoso y comprometido que se mueve por principios y no por egoísmo.



[…]  no debemos mostrar mal ejemplo. […]


Aquí vuelve a emplear la máxima de tacto propuesta por Leech. Pese a haber perdido las elecciones, no arremete contra su rival ni critica la decisión del pueblo, sino que admite una responsabilidad que tiene un coste para él y sus votantes y un beneficio para sus oponentes.



[…]  Queremos a Francia. […]


Expresar el amor por su país es un acto de cortesía positiva, puesto que se está dirigiendo precisamente a los componentes de dicho país y por tanto manifiesta su afecto por ellos a pesar de que hayan tomado una decisión política que no le agrada.



[…]  Jamás seré como los que me combatieron: queremos a nuestro país. […]


Al añadir este enunciado, toda la cortesía que se apreciaba en la frase anterior desaparece por completo: al separar las dos ideas mediante los dos puntos, se establece la implicatura conversacional de que está oponiendo esas dos ideas, y, por tanto, ‘ser como los que me combatieron’ contradice a ‘querer a nuestro país’. De esta manera tan sutil pero fácil de inferir, acusa a sus oponentes de despreciar a su propia nación.



[…] Le he llamado justo, y quiero desearle buena suerte en medio de las dificultades. […]


Para atenuar la descortesía de lo dicho anteriormente, Sarkozy vuelve a emplear la cortesía estratégica cumpliendo con pocas palabras cuatro de las máximas de Leech: aprobación y acuerdo (refiriéndose a Hollande como ‘justo’), y generosidad, modestia y simpatía (deseándole buena suerte).



[…] Va a ser difícil, pero deseo con todo mi corazón que Francia, que es nuestro país, que nos reúne, consiga superar los obstáculos, porque hay algo más grande que nosotros: es nuestro País, es nuestra Patria, es Francia. […]


Sarkozy recurre a un acto de cortesía social que apoya y refuerza la relación entre los interlocutores, y es el hecho de expresar buenos deseos. Manifiesta su anhelo de que el país supere los obstáculos, pero al mismo tiempo asegura que será difícil. Al dar por sentada esta dificultad, está atentando contra lo que Brown y Levinson llamaron ‘imagen positiva’, en este caso contra la de Hollande, puesto que deja inferir sus dudas con respecto a su futura gestión.


Por otra parte, sentencia que la patria está por encima del individuo, como si esto fuera un hecho obvio que formara parte de la información de fondo compartida por todos los receptores. Mediante esta afirmación tan rotunda incumple dos de las normas básicas de la cortesía propuestas por Lakoff, aunque de manera indirecta: impone una idea propia de su partido como si no pudiera admitirse lo contrario, es decir, viola la regla de no imponerse y la de ofrecer opciones diferentes al interlocutor. Para atenuar esta imposición ideológica recurre a la enfatización (‘Francia, que es nuestro país, que nos reúne’ y ‘es nuestro País, es nuestra Patria, es Francia’) y a la formulación indirecta, ya que obvia toda referencia directa a lo que debería pensar el receptor y se limita a expresar lo que piensa él eludiendo el resto de opciones políticas.



[…] Debemos esta noche pensar exclusivamente en la grandeza de Francia y en la felicidad de los franceses, es nuestra misión, es nuestro papel, es nuestro ideal. […]


Esta vez, Sarkozy no se limita a alabar una vez más la grandeza de Francia, sino que manda a los ciudadanos pensar en ella. Para atenuar este mandato (acto que, desde el punto de vista de la cortesía verbal invade el territorio del interlocutor) conjuga la orden en primera persona. Al incluirse él mismo entre los que deben pensar en la grandeza de Francia, refuerza ese sentimiento de patriotismo que le une con el resto de los franceses. Otro elemento atenuador del mandato es acompañarlo de una segunda orden, y es la de pedir que piensen en la felicidad de los franceses. Con esto está invitándoles a preocuparse por sí mismos y pensar en sus beneficios, mostrando una preocupación por sus paisanos y fomentando así la cortesía positiva. Como ocurría en el caso anterior, vuelve a utilizar la geminación o repetición de sintagmas para enfatizar y adornar el contenido de su mensaje (‘es nuestra misión, es nuestro papel, es nuestro ideal’).



 […] Quiero agradecer a todos los franceses el honor que me han hecho de haberme elegido para presidir nuestro país durante 5 años. Jamás olvidaré ese honor y durante la vida de un hombre – soy yo que tiene que agradecer – presidir los destinos de Francia, es una cosa que jamás podré olvidar, es un honor inmenso. […]


Aquí Sarkozy emplea el agradecimiento, acto positivo de cortesía ritual. Lo acompaña de unos reiterados ‘jamás olvidaré’ y ‘honor inmenso’, con lo que enfatiza el agradecimiento y lo traslada a un nivel personal, contribuyendo a que el espectador se quede con la imagen de un Sarkozy más cercano y humano, para el que estos años han significado mucho más que una labor profesional.


Encontramos aquí, además, una respuesta del político ante la interrupción del público (que corea ‘¡Merci, merci!’). Se dirige a sus oyentes para replicarles educadamente: “Soy yo el que tiene que agradecer”. La interrupción es un acto que puede entrar en conflicto con la cortesía, pues invade el terreno del interlocutor. Sin embargo, aquí el público interrumpe a su líder para darle ánimos y agradecer sus años en la presidencia, por lo que en este caso la interrupción ha fomentado la cortesía positiva.


[…] He consagrado toda mi energía, del primer al último segundo, he intentado hacer lo mejor para proteger a los franceses de las crisis sin precedentes que durante esos 5 años han agitado el mundo, y para que Francia salga más fuerte. […]


Con la afirmación de haberse esforzado tanto por Francia, cumple una de las máximas de cortesía de Leech a la vez que viola otra. Por una parte, respeta la máxima de tacto, puesto que admite haberse hecho cargo de un coste inmenso en aras del beneficio del pueblo. Sin embargo, al reconocer esto exagerando sus esfuerzos (‘he consagrado toda mi energía’) y sus logros (‘proteger a los franceses’, ‘que Francia salga más fuerte’), y maximizando las dificultades que le impedían conseguir sus objetivos (‘las crisis sin precedentes’), lo que está pretendiendo es captar la benevolencia de los receptores alabando indirectamente su gestión, y justificando sus errores en base a hechos ajenos a sí mismo. Así, rompe con la máxima de modestia (hubiera sido más cortés decir ‘soy consciente de que podría haberlo hecho mejor’).



[…] Salgo de eso, mis queridos compatriotas, con un amor a Francia más grande todavía, con un afecto para el pueblo francés más grande todavía. […]


Al referirse al público como ‘mis queridos compatriotas’ refuerza la relación entre ellos, aludiendo a lo que comparte con todos sus destinatarios, que es la nacionalidad.  Afirma salir de la presidencia con un amor a Francia más grande todavía, y eso puede interpretarse de dos maneras desde el punto de vista de la cortesía: por un lado, lo más evidente es pensar que esta afirmación es positiva, puesto que de ella se infiere que, a pesar de las dificultades que se han interpuesto en su camino, el ex presidente agradece a Francia su apoyo. Sin embargo, por otra parte, al saber que gran parte de la población francesa criticaba la gestión política de Sarkozy, este ‘amor a Francia’ puede resultar incluso ofensivo, puesto que las personas que protestaban contra su gobierno sentirán que sus quejas no han sido escuchadas y que al líder conservador le importa muy poco lo que piense su pueblo. Lo que, sin lugar a dudas, queda claro con esta afirmación es que el recién derrotado presidente abandona su puesto con la conciencia tranquila y sin intenciones de enfrentarse con sus adversarios, dato que nos interesa destacar aquí porque supone evitar un ataque directo contra la imagen positiva de sus oponentes.



[…] Salgo con más admiración todavía por lo que los franceses son capaces de cumplir en las situaciones difíciles. […]


Con esta frase, Sarkozy muestra su admiración hacia el pueblo francés, lo que supone un acto de cortesía positiva puesto que es una felicitación indirecta. Por otra parte, esta felicitación indirecta podría estar dirigida también hacia sí mismo, ya que ha sido él quien ha puesto las medidas que se deberían cumplir en esas situaciones difíciles. No obstante, lo que aquí quiere el emisor es dar un último discurso memorable, por lo que su intención no es tanto buscar una alabanza de su gestión sino dejar al pueblo francés con una buena imagen de sí mismo, por lo que su parlamento nos resulta muy útil al comentarlo desde el punto de vista de la cortesía (que según Brown y Levinson se basaba precisamente en el deseo del emisor de mantener una buena imagen de sí mismo en sus relaciones  interpersonales).


b)               Segunda parte  (V. M. Bárcena)


Quiero agradecer a los millones de franceses que me votaron.
Con el verbo agradecer, no sólo está apelando a la cortesía ritual (el agradecimiento) sino también a la estrategia (todo el discurso es, en sí, una estrategia) ya que, se sirve del intensificador millones para expresar  la valorización de otros, en este caso de los franceses que le votaron. De esta manera, establece un equilibrio en que la imagen de su público (sus interlocutores más directos, aquellos que le votaron que son a los que está dirigido el discurso, aunque tenga carácter nacional e internacional, es decir, que el público, supuestamente, sean todos los franceses, y todo aquel que quiera escucharlo) es engrandecida por sus palabras, lo que produce una sensación de bienestar en ellos, objetivo de Sarkozy.

 Lo he hecho todo para hacer ganar a las ideas que nos reúnen.
Si en la frase anterior, lo importante era su público, ahora el objetivo es moverse a un campo más personal, donde tiene que trabajar sobre su propia imagen; y para ello, necesita de lo que le une con su público: las ideas conservadoras. Con el intensificador todo, refuerza este nexo del que tira para mantener el equilibrio entre él y su público.

No me he economizado, me he comprometido totalmenteplenamente.
Con ánimo de seguir consolidar la idea de la frase anterior, se decide por intensificar de manera notoria su labor para con esas idea. En ese cotexto, la palabracompromiso adquiere todo concepto que lo define por antonomasia. Y, por si quedaran algunas dudas, añade los adverbios totalmente y plenamente, que, debido a su redundancia ahondan más en la idea que quiere trasmitir.

 Pero no he conseguido convencer a una mayoría de franceses.
La adversativa siguiente sigue trabajando en la imagen de Sarkozy desde el punto en común que tiene con su público, pero esta vez lo extiende también al resto, a la gente a la que si bien no tiene intención de agradar sí sabe que serán sus interlocutores. Es decir, Sarkozy trabaja en su imagen, en la de los suyos, pero no muestra deferencia por todo su público. No es un error ya que es completamente consciente de ello, sino que es una estrategia comunicativa más con la que mostrar sus preferencias sin faltar a la cortesía.
Agranda su imagen para los suyos, responsabilizándose así mismo de que las ideas conservadoras no hayan sido las victoriosas con el no he conseguido, y le echa la culpa, en cierta manera, a la democracia, ya que alude a la mayoría, y sólo en las democracias se  gana por mayoría.

Me habéis ayudado de una manera extraordinaria.
Retrocede de nuevo, en ese baile que es la comunicación que respeta las leyes de la cortesía en la que por cada tres pasos hacia delante, hay que dar uno hacia atrás, y vuelve a su objetivo de alabar la imagen de su público dedicado. Expresa su valoración reforzando las relaciones sociales señalando que le han ayudado y con el intensificador extraordinario, para dejar en buen lugar la labor de los otros.

Me habéis sostenido, juntos hemos hecho una campaña inolvidable contra todas las fuerzas, y Dios sabe si fueron numerosas al juntarse contra nosotros.
Reiterando la idea anterior, señala la importante labor de sus votantes por haberlo sostenido, y con el intensificador de inolvidable recrea esa valorización del público. Sin embargo, al igual que cuando hablaba del resto como la mayoría, argumenta que si las dificultades que han tenido por el camino, los obstáculos, han sido grandes porque se han confabulado contra nosotros. Deja caer aquí esa vieja idea religiosa de que cuando dios estaba con el que todos habían abandonado (o contra el que todos estaban), aún seguía ganando; pero esta vez no ha sido así, aunque Dios sabe si fueron numerosas [las fuerzas que luchaban contra ellos].

Pero no he conseguido hacer ganar a los valores que he defendido con vosotros y a los que estoy atado profundamente.
Tras esa semilla que deja en las mentes de sus oyentes, utiliza la anáfora (pero no he conseguido) para volver a trabajar sobre la idea con la que tres frases antes estaba trabajando, la de su responsabilidad para con sus votantes, que querían que luchase por una idea, por ese punto en común que les une, por esos valores que he defendido con vosotros y a los que estoy atado profundamente. Sarkozy sabe que él es el representante de sus votantes en el Gobierno, y que el único lazo que le une con ellos es la idea, la idea conservadora. Él es el representante de esa idea, y cuánto más comprometido esté con ella, mejor será su imagen, al menos de cara a aquellos que comulgan con ella. Por eso, engrandece su imagen en base al trabajo  relacionado con ella (he defendido), a su labor con los suyos (con vosotros) y a su nivel de aceptación para con ella (atado), que termina por afianzar con un nuevo intensificador (profundamente).

Tengo toda responsabilidad en esa derrota, quiero deciros, porque he combatido por el valor de la responsabilidad, y no soy un hombre que no asuma sus responsabilidades.
Como ya hemos señalado, para Sarkozy es importante señalar, y no sólo señalar, sino que los otros señalen eso mismo que él está tratando de transmitir. Ese compromiso con la idea; esa responsabilidad. Y, por ello, es capaz de repetir hasta tres veces ese mismo concepto en una misma frase. Como si fuera una batalla, alude con un elemento bélico (derrota) a la elección de la mayoría, que le deja fuera de la presidencia. No es ajeno a que al público, tan habituado a los filmes cinematográfico históricos o de  ciencia ficción de carácter bélico, le es conocido este lenguaje de guerra donde es el buen discurso es el caracteriza al héroe, y no tanto la batalla.

 Soy el presidente, fui el jefe, y cuando hay una derrota, es el primero que tiene la primera responsabilidad.
En relación con esta idea que acabamos de señalar, Sarkozy se auto define como el presidente, que lo es, y el jefe, que ya ha dejado de serlo. Con el historial de Europa, público de primer nivel, aunque no por ello EEUU u otras potencias tengan menos intereses en las palabras de ex presidente francés, por su relación directa de intereses no sólo económicos dentro del marco de la Unión Europea, los conceptos de presidente y jefe siempre tienen ese carácter bélico que, después de tantas contienden civiles o intercontinentales, e incluso dos que terminaron por ser guerras mundiales, se ha quedado adherido al lenguaje. A estos elemento ya señalados, añade otros de la misma índole como son derrota y responsabilidad, que ya había utilizado, para dar así la sensación de refuerzo que pretende.

 Tengo que asumir las consecuencias.
Con esta afirmación, la imagen de Sarkozy vuelve a consolidarse con los elementos que ya hemos señalado anteriormente. Alguien responsable y comprometido, es el que asume las consecuencias de sus actos, en este caso, de su derrota. De esta manera, resalta dichos adjetivos, que quiere que los franceses se los adjudiquen a él.  Decir que ha de asumirlo es una estrategia con la que atenúa el efecto de su frase.

Os pido escucharme porque nada de lo que he dicho durante esa campaña fue falso, cuando he hablado de vosotros, cuando he hablado de Francia, cuando en breves ocasiones he hablado de mí.
Si en la frase anterior, pretendía atenuar su discurso, el pido de esta no hace sino corroborar esa misma idea, en la que, en cierta manera, Sarkozy invierte la importancia social de los roles que desempeñan él y su público, y se establece por debajo, ya que pide el favor de su público como si fuera el tribunal que lo ha de condenar o ensalzar –que es exactamente en lo que les convierte al utilizar dichas estrategias comunicativas con ellos –. Como estrategia que sirve a la cortesía, Sarkozy se disculpa por si alguna vez han considerado que algo de lo que ha dicho sea mentira. La anáfora que utiliza (cuando he hablado de ) para exponer los distintos casos en los que se pudo pensar así de sus palabras consolida esta idea, independientemente de quién o qué fuera el objeto de su discurso. Y los objetos señalados son los elementos en torno a los que gira su discurso y a los que pretende dar fuerza en él: el público, en especial sus votantes; Francia, y él; los elementos claves en unas elecciones gubernamentales.

Voy a deciros cosas que vienen del fondo de mi corazón, quiero que podáis reflexionarlo y entender que cuando se defienden valores, la única manera de ser creíble es vivirlos.
Sarkozy ya se ha situado en un nivel, en teoría, inferior que su público; que tiene el poder de elevarlo sobre ellos mismos. Si la estrategia está bien usada, entonces los interlocutores les seguirán viendo como algo grande y, dado que ése es el verdadero objetivo de dicha táctica comunicativa, una vez dicha, ha de tratar de acercarse de nuevo a su público, esta vez por otro camino. Con el del fondo de mi corazón, pretende dar la sensación de proximidad, desde esa confianza que trataba Ardilla en su trabajo y que Reverte criticaba en sus artículos, que en realidad no es tal, sino una hábil maniobra del político.  Ofrece las opciones de una reflexión y entendimiento posterior, porque presupone, y toda presuposición dentro de un discurso tan amplio en cuanto a público siempre lleva una connotación adherida a ella, como que sólo quienes puedan reflexionar y entender lo que quiere decir, y, además, compartan su opinión, serán aquellos a los que estará destinado el discurso. Ese público verdadero del que hablábamos antes.
Y, finalmente, la idea que quiere trasmitir. La segunda idea de esta segunda parte del discurso, que en realidad, sólo se ha desdoblado de nuevo porque sigue tratando de lo mismo: del compromiso con la idea. Él, en momentos anteriores, ya ha señalado cuán unido y fiel era a la idea conservadora. Su derrota no es más que el fracaso de dicha idea, por otra mejor, la progresista, representada por el socialista Hollande. Comienza, pues, dicha argumentación a partir de la  afirmación de que la única manera de ser creíble [en cuanto a unos valores] es vivirlos.

Y lo digo en particular para los más jóvenes que están aquí.
Concreta, en esta frase, a qué público se refiere en especial. Con ello no quiere decir, ni mucho menos, que sólo hable para ellos, pero quiere hacer hincapié en ese grupo de ciudadanos. Señala que es en particular e se aprovecha del intensificador más para ahondar en otra presuposición, un prejuicio más bien, tan arraigado en el discurso del blanco europeo como lo es el lenguaje bélico que hemos señalado antes. Y es que los jóvenes son las personas más impresionables.

Hay demasiados discursos con palabras que están pronunciadas y que no suelen decir nada, porque los que las pronuncian viven lo contrario de lo que dicen.
Para trabajar más sobre ese prejuicio que evidenciábamos antes, tenemos la correspondiente explicación de Sarkozy. El ataque directo al partido socialista, la conclusión de la idea que ha ido desarrollando desde esta segunda parte de su discurso. Los intensificadores demasiados y nada se contradicen, derivando en una crítica aplastante típica de la democracia, porque sólo en el contexto procurado por ella misma es factible: la demagogia. Para no meter la pata, ni hablar de más, de manera que tuviera que dar nombres y ejemplos, lo que contrastaría con la imagen que está tratando de mantener, de buen político y una persona políticamente correcta, que sabe estar y aceptar las derrotas, por lo que se limita a describir su versión de la demagogia aplicada al caso concreto de Francia: [palabras que los políticos que] las pronuncias viven lo contrario de lo que dicen.

 Dejadme esa libertadde verdad, de vivir en acuerdo con lo que pienso.
Una vez disparada la idea, queda, retroceder un par de pasos, volviendo a esculpir esa imagen suya que quería que quedara a salvo de las críticas y las condenas ajenas. Su objetivo final y original es ése, limpiar su imagen de posibles acusaciones y mantenerse en alto, ya que se le ha negado el poder. Para ello, se sirve de dos palabras que siempre son bien recibidas, o que suscitan la desconfianza cuando se utilizan en demasía o en contextos difíciles o controvertidos: libertad y verdad. En este caso, la libertad se ve fortalecida por el intensificador de verdad, que remite a la idea que ha señalado antes de vivir en acuerdo con lo que pienso., La libertad, según expone, es una opción, y él ha elegido ser así. Es evidente que una persona es mejor recibida si actúa correctamente cuando es elección suya, que cuando ha sido obligado, aunque en el fondo, todos estemos obligados por nuestra circunstancias, y ése sea un tema demasiado complejo para tratarlo en este momento. Pero, con esta presuposición de que es una buena persona porque ha elegido hacer las cosas bien, porque se entiende que el que predica con las acciones no es un hipócrita, algo condenado socialmente y entendido como malo, es lo que le otorga esa alabanza que buscaba en su público.

Y dejadme esa prueba de amor por Francia, hasta al final, de decirle mi parte de verdad.
Y, finalmente, habla de la verdad, el otro elemento enriquecedor que utiliza para pulir su imagen. Para no pecar de narcisismo y evitar que le tengan por alguien muy pagado de sí mismo, no alude a la verdad en general, ya que es sabido que sólo los radicales aseguran estar en conocimiento de la verdad, de una única e incuestionable verdad (y ahora mismo está hablándoles a sus votantes, así que no puede proclamarse orgulloso de ser llamado fascista por un comunista, ya que no es el contexto adecuado, por lo que tiene que prescindir de las características propias de un radical, como podría ser un fascista), sino a su parte de verdad.
Como en casos anteriores, se sirve de anáforas que acrecientan el efecto del discurso, ayudándose de esa sensación que viene dada por la percepción de que tiene varias argumentos que apoyan su razonamiento. Además, termina destacando, en esa relación en cadena que proclama al establecer que ama a Francia, suponiendo que sus palabras precedentes le han dejado en buen lugar para con sus oyentes y en una posición de altura donde se implica que para que una persona grande quiera algo mucho, esto tiene que ser mucho más grande. Ésa es la relación que establece en su discurso, y con la que sus oyentes, tanto los que están a su favor como los que no, partían de antemano: que Francia es superior a Sarkozy. Y, siguiendo esta estela de relaciones directas entre las imágenes que Sarkozy trataba de mejorar con su discurso, al declarar su amor a Francia, supone que aquellos que no elijan vivir de acuerdo a las ideas, a esa verdad, que han prometido, teniendo la libertad de no hacerlo, entonces no querrán a Francia como él la quiere y, por tanto, no serán tan grandes como él, y habrá sido una equivocación votarlos. Porque la prueba de ese amor será la fidelidad a las ideas con las que “han comprado” los votos de los franceses. 


c)                Tercera parte (M. Dubarry)
Otra época se abre, en esa nueva época me quedaré con vosotros.
Esa frase tiene un alto valor cortés, porque Sarkozy muestra su afección y sus sentimientos à la gente que le ha sostenido durante su campaña aunque no va a ser presidente (y que por consecuencia esa gente no le sirva para nada en el futuro), eso tiene que ver son las relaciones sociales y afectivas.

Comparto vuestras ideas, comparto vuestras convicciones, vuestro ideal es el ideal de toda mi vida, y podréis contar conmigo para defender esas ideas y esas convicciones, pero mi lugar no podrá ser el mismo.
Aquí Sarkozy quiere acercarse más todavía a la gente que le ha sostenido, mostrando que tiene mucho que ver con ellos, que comparten los mismos ideales. Esa frase tiene un alto valor de cortesía, forma parte de las relaciones sociales o afectivas. En cierta manera es también una atenuación, como una excusa para su fracaso: quiere continuar su combate, pero no va a poder porque ha perdido las elecciones, y si lo continúa será no como presidente sino como un personaje político “normal”.

Después de 35 años de mandatos políticos, después de 10 años – hace ya 10 años – en que vivo cada segundo por las responsabilidades gubernamentales al nivel máximo, hace 10 años. Después de 5 años a la cabeza del Estado, mi compromiso por la vida de mi país será a partir de ahora diferente, pero las pruebas, las alegrías y las penas han tejido entre nosotros lazos que el tiempo no distenderá más.
Sarkozy muestra su imagen pública más brillante, la de un hombre político con una gran experiencia para atenuar su fracaso, mostrando que aunque es el mejor (o es lo que quiere hacer creer) no ha ganado. Pero también quiere mostrar que aunque es un personaje político muy brillante no olvida la gente que le ha ayudado y considera que son como amigos con quienes tiene “lazos que el tiempo no distenderá más”. De ese modo consigue a la vez subrayar su vida política “excepcional” y decir una vez más que no quiere olvidar la gente que le ha sostenido.

Y en este momento en que me preparo a volverme un francés como otro, más que nunca tengo el amor de nuestro país inscrito en lo más profundo de mi corazón, y voy a deciros una cosa, que os pido retener y entender bien: jamás, mis queridos compatriotas, podré devolveros todo lo que me habéis dado, me habéis dado tanto…
Aquí quiere emocionar su público diciendo que va a volverse un francés como otro, volver a una vida “normal”, lo que lo acerca todavía más a la gente. Esa frase tiene un alto nivel de cortesía, en particular cuando llama su público “queridos compatriotas”, es una expresión de valoración porque ser un patriota es un gran beneficio y un gran cumplido para la gente que sostiene a Sarkozy.
Termina su frase con otro cumplido con un alto nivel de cortesía diciendo que la gente le ha dado tanto que jamás podrá devolverlo, lo que es un claro elogio para sus seguidores, es una valoración del público.

Pensáis en Francia, pensáis en los franceses, pensáis en su unidad, y voy a deciros una cosa que viene del fondo de mi corazón: fui emocionado por esas multitudes, por esas reuniones, por todos esos franceses que fueron a mis lados, quiero deciros de verdad que no podríais hacerme un regalo más hermoso, que no podríais mostrar una imagen de Francia más bella.
Sarkozy ya se ha convertido en el “amigo” de la gente que está presente en su discurso de despedida, se ve cuando quiere hacer como una especie de “confesión” a su público, una confesión que viene del “fondo de su corazón”. Esto tiene un alto nivel de cortesía porque la gente se siente agradecida de recibir una confesión de un hombre tan importante y al que admira. Podemos también ver una enfatización en sus palabras con la sucesión de cumplidos: “regalo más hermoso”, “imagen de Francia más bella”.

Entonces esta noche damos la mejor imagen de Francia, de una Francia radiante, de una Francia que no tiene el odio en el corazón, de une Francia democrática, de una Francia alegre, de una Francia que no baja la cabeza, de una Francia abierta,[…] 
Aquí el ex presidente utiliza una enumeración para enfatizar la importancia de Francia, y enfatizando a Francia enfatiza a los franceses también. Con la sucesión de cumplidos a propósito de Francia y por supuesto a propósito de los franceses (o más particularmente de los franceses que votaron para él ese 6 de mayo de 2012) intensifica la visión positiva que pueden tener las personas presentes durante ese discurso. Eso tiene un alto nivel de cortesía.

[…]De una Francia que no mira al otro como un adversario ni como un enemigo,[…]
Aquí vemos por primera vez en la parte del discurso que me toca analizar una referencia descortés. Porque hay que saber que Sarkozy es muy fuerte para incluir un poco de descortesía en el medio de un discurso que pasa a primera vista por algo muy cortés y muy afable (su primer trabajo antes de ser hombre político fue ser abogado, no se debe olvidar). Podemos pensar que cuando habla de “una Francia que [no] mira al otro como un adversario”, habla se los que sostuvieron su concurrente François Hollande porque parte de los que votaron para él fue para no votar a Sarkozy (pienso en los electorados de extrema derecha y los del centro en particular). Aquí vemos claramente un acto descortés.

[…]De una Francia que ha sabido ganar conmigo en 2007, y que va a saber en 2012 reconocer la derrota, de una Francia que sabe que la vida está hecha de victorias y de fracasos, y que sabe que somos grandes en el fracaso.
Sarkozy hace un elogio a los que votaron para él, un elogio un poco escondido detrás de la amargura de su propio fracaso. Ese elogio sirve para atenuar ese fracaso personal mostrando que los franceses (que votaron para él) son inteligentes y que van a reaccionar bien al fracaso presidencial. También aparece un cumplido, el de grande, pero también un insulto escondido para los partidarios del candidato socialista, porque se supone que si los de derecha son grandes en el fracaso, no fue el caso durante los sucesivos fracasos socialistas. Aquí en esa misma frase vemos cortesía y descortesía.

Debemos ser dignos, debemos ser patriotas, debemos ser franceses, debemos ser exactamente el contrario, el contrario de la imagen que algunos habrían querido dar en un caso contrario.
Vemos claramente el elemento descortés de esa frase. Primero Sarkozy describe lo que tiene que ser la gente aunque haya perdido las elecciones, es decir, patriotas y franceses. Luego viene la descortesía, porque critica claramente a los socialistas que han criticado su partido. En resumen, dice que “su gente” tiene que ser patriota y francés, es decir, el contrario de lo que habrían dicho de ellos los socialistas si los del UMP hubieran ganado. Es una crítica clara y por supuesto una marca de descortesía para el bando socialista.

Sois la Francia eternal, os quiero, gracias, gracias a vosotros.
Para terminar su discurso Sarkozy agradece a la gente que lo ha sostenido, diciendo que les quiere. Es un acto de cortesía que tiene que ver con lo ritual por lo que es de agradecer y de las relaciones afectivas por lo que es del “Os quiero”. 

                   
3. Conclusiones (L. G. de la Fuente)

Como hemos visto a lo largo de esta práctica, tanto la cortesía como la descortesía lingüísticas pueden tener varias interpretaciones dependiendo de los efectos contextuales y la información de fondo compartida por los interlocutores. En el caso de la política destacan especialmente estos usos del lenguaje, puesto que al emisor le interesa de forma mucho más evidente mantener una imagen positiva ante los receptores, imagen que es bastante difícil de conseguir porque lo que agrada a unos ofende a otros (por ejemplo, en el vídeo del discurso se aprecia constantemente el aplauso fervoroso del público al que se dirige Sarkozy cada vez que menciona la grandeza de la patria, menciones que serían abucheadas y repudiadas si este público perteneciera a otra posición política).

Por último queremos destacar que tanto Sarkozy como los asesores que le ayudaron a elaborar este discurso conocían perfectamente las reglas de cortesía verbal, agradando al público presente en el discurso por defender sus ideas y dejando al resto de receptores la imagen emotiva y educada de un presidente retirado que asume su derrota con responsabilidad y respeto, encubriendo los elementos de descortesía de forma que el oyente pueda inferir las implicaturas sin que el emisor parezca maleducado con su rival político en ningún momento.




4. Bibliografía consultada
- Apuntes de clase.
- ARDILLA, J. A. G. Confianza y norma social en la cortesía lingüística, Universidad de Edimburgo
http://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/6072/1/ELUA_20_01.pdf
-Blog académico: Cortesía Lingüística y Teoría de la Imagen
http://fono2010.bligoo.cl/content/view/825762/Cortesia-Linguistica-y-Teoria-de-la-imagen-social.html
- Instituto Cervantes
http://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/diccio_ele/diccionario/cortesia.htm


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